sábado, 17 de noviembre de 2012

Ensayo Noviembre

 
Ensayando, leyendo, bailando, 
cantando, improvisando, 
transitando nuestro cabaret





















El buen Pastor, por salvar a sus ovejas, soportó la pasión de la cruz. Y sus ovejas lo siguieron en la tribulación y la persecución, en el sonrojo y el hambre, en la debilidad y la tentación, y en todo lo demás; por eso recibieron del Señor la vida sempiterna. (S.Francisco, Adm.6).

sábado, 20 de octubre de 2012

SOBRE LA HORA AZUL

                 Ocean Dancing. Cabaret de la avenida Leandro N Alem. Foto 1939



Decir que la Argentina tiene una obsesión con los muertos es hoy un lugar común. Sí. Pero precisamente es esa caracterización (la del lugar común) la que sigue emanando sentidos a la difícil tarea de definir una identidad. Los ejemplos son numerosos. Y recorren el amplio abanico de las relaciones con la muerte: desde la profanación (el cuerpo embalsamado de Eva Perón, trofeo y campo de batalla), pasando por la mutilación (las manos de Perón - sordos mensajes de la mafia política) hasta la presencia fantasmal de los muertos entre los vivos (Él, omnipresente, en el discurso diario de Cristina). El canibalismo, entonces - motor de este cabaret, espacio de subversión del orden establecido, tabú que se presenta de manera feliz, a modo de entretenimiento - tiene más de un punto de conexión con esta filia argentina: la manera en que los muertos conviven con los vivos se parece bastante a la ingesta de carne humana. Sí - claro: ideas para algunos un poco traídas de los pelos - pero no por eso menos atractivas a la hora de pensar un espectáculo que nos hable, a la hora de pensar la manera de hacer y construir teatralidad.

Alejandro Tantanian

viernes, 14 de septiembre de 2012

Brassai, fotógrafo de la noche


Brassai 

Gyula Halàz nació en 1899 en Brasso, Hungría (Tansilvania)














"Brassaï no tenia nada de retraído. Fotógrafo polifacético, también ejerció de periodista, escultor, escritor y dibujante. Si Atget aprovechaba las primeras horas del día, Brassaï fue el fotógrafo de la noche, maestro de la extravagancia y amante del crepúsculo, allí donde se deforman o nacen las pasiones. Henry Miller, amigo de correrías noctívagas, escribió: “Brassaï es un ojo vivo. Su mirada posee una veracidad que lo abarca todo y que convierte al halcón y al tiburón en centinelas que se estremecen ante la realidad”. Sin duda, Brassaï conjugó una vida llena de pasión y desenfreno con una capacidad innata de mirar y devorar, de verlo todo. Mientras a Atget toda conversa le parecía larga, Brassaï perteneció a la bohemia, a los ciclones del ego y las palabras olvidadizas. Húngaro de nacimiento, Brassaï compartía rituales nocturnos con los grandes artistas y escritores del momento: Matisse, Dali, Fargue, Prévert, Michaux, Breton, Mann, Éluard, etc. Y gracias al coro se convirtió en uno de los mejores cronistas, con pluma en mano, de su tiempo. Ahí quedan sus Conversaciones con PicassoHenry Miller, los años en París o Le Paris secret des années 30."
http://tomasramon.blogspot.com

martes, 11 de septiembre de 2012

El yo y la noche

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Autoacusación
Peter Handke

"Yo vine al mundo...

...Yo no busqué la verdad. Yo no pude reconocer el camino de la historia. Yo no designé al mundo como éste mundo. Yo también incluí los cuerpos celestes en este mundo. Yo era suficientemente para mí mismo. Yo me preocupaba solamente por las cosas de este mundo. Yo utilicé mi cuerpo con propósitos equivocados. Yo no pude entender los hechos. Yo no pude subordinar mi naturaleza física de mi naturaleza espiritual. Yo busqué el poder indiscriminadamente. Yo busqué el dinero indiscriminadamente. Yo negué mi naturaleza. Yo ataqué la naturaleza de las cosas. Yo no pude entender eI dinero como medio. Yo viví en el exceso de los medios. Yo no me pude vencer a mí mismo. Yo fracasé al reconocer que el mal es la ausencia del bien. Yo no pude reconocer que el mal solamente es abuso. Yo me hice, con mis males, una cabeza de ganado que se lleva al rastro para matar y huele los hierros designados para matarlo. Yo me negué a resistir los principios. Yo no pude encontrar el momento para parar. Yo me hice de mi mismo una imagen del ser supremos. Yo no me hice de mi mismo una imagen del ser supremos. Yo sólo creí en las tres personas de la gramática. Yo me dije a mi mismo que no hay un ser supremos para evitar temerle. Yo busqué las oportunidades. Yo no creí en la suerte. Yo no me dejé subyugar por la  necesidad. Yo no conté con las posibilidades. Yo no aprendí de los malos ejemplos. Yo no aprendí de mi pasado. Yo me dejé llevar por las fuerzas. Yo confundí la  libertad con licencia. Yo confundí la honestidad con  exhibicionismo. Yo confundí la obscenidad por originalidad. Yo confundí el sueño con la realidad. Yo confundí la vida con los estereotipos. Yo confundí el amor con el instinto. Yo confundí la causa con el efecto. Yo no pude entender la unidad entre el pensamiento y la acción. Yo no pude percibir las cosas como eran. Yo me dejé llevar por la magia del momento. Yo no pude percibir la  existencia como un regalo provisional. Yo rompí mi palabra. Yo no tuve control sobre el lenguaje. Yo no rechacé al mundo. Yo no apoyé la autoridad. Yo no economicé mis poderes sexuales. Yo busqué la codicia y el deseo como un fin. Yo no estuve seguro de mi mismo. Yo desperdicié mi tiempo. Yo dormí más de lo que debía haber dormido. Yo quería detener el tiempo. Yo quería acelerar el tiempo. Yo no quería crecer. Yo no quería morir. Yo no quería dejar que las cosas se acercaran a mi. Yo no me pude poner límites. Yo no tuve paciencia. Yo no pude esperar. Yo no pensé en el futuro. Yo viví de un momento a otro. Yo me comporté como si estuviera solo en el mundo. Yo no tuve una voluntad propia. Yo no me dediqué a mí mismo. Yo no pude hacer del trabajo la base de mi existencia. Yo no pude ver a Dios en cada mendigo. Yo no pude erradicar el mal desde sus raíces. Yo no pude adaptar mis placeres a las circunstancias sociales. Yo busqué las malas compañías. Yo siempre quería ser el centro. Yo estaba solo demasiado tiempo. Y no estaba solo demasiado tiempo. Yo no pude entender el sentido de la palabra “también”. Yo no pude entender la felicidad de la humanidad con el fin último. Yo no valoré los intereses comunes por encima de los Intereses individuales. Yo desobedecí órdenes. Yo obedecí órdenes injustificables. Yo conocí mis limitaciones. Yo no pude entender la relación entre unas cosas y otras. Yo cambié de opinión. Yo no me puse al servicio de ninguna causa. Yo estaba  satisfecho con el status quo. Yo no vi a nadie más que a mí mismo. Yo no me decidí ni por uno ni por otro. Yo alteré la balanza del poder. Yo no tomé ningún partido. Yo violé principios de acuerdo común. Yo no cumplí con mi cuota. Yo me escondí detrás de la meta establecida. Yo no respiré suficiente aire fresco. Yo me desperté demasiado tarde. Yo no barrí mi banqueta. Yo dejé la puerta sin cerrar. Yo me paré demasiado cerca de la jaula. Yo obstruí las entradas. Yo obstruí las salidas. Yo activé la alarma sin razón. Yo recargué bicicletas contra paredes donde estaba prohibido recargar cualquier cosa. Yo no conservé las calles limpias. Yo no me quité los zapatos. Yo me recargué sobre la puerta de un tren en movimiento. Yo hice visitas sin avisar. Yo no le di mi asiento a ningún inválido. Yo me acosté en la cama de un hotel y fumé un cigarro. Yo olvidé cerrar el agua. Yo pasé la noche en la banca de un parque. "Yo perdí mi paraguas. Yo toqué los productos antes de comprarlos. Yo crucé carreteras. Yo caminé por la vía del tren Yo no caminé hacia atrás al subir el camión. Yo no pude caminar por la banqueta. Yo arrojé objetos peligrosos al fuego. Yo me pasé el alto. Yo no seguí las reglas del personal. Yo no pude apretar los botones correctos. Yo crucé la vía en la estación del metro. Yo excedí el peso permitido en los elevadores. Yo perturbé la paz de la noche. Yo traté de empujar puertas cuando había que jalarlas. Yo caminé por las calles durante la madrugada. Yo encendí luces durante los apagones. Yo no pude estar tranquilo durante los accidentes. Yo no permanecí en mi lugar durante las catástrofes. Yo siempre pensé primero en mí. Yo abandoné habitaciones indiscriminadamente. Yo activé alarmas sin autorización. Yo destruí alarmas sin autorización. Yo no me detuve cuando me lo pidieron. Yo no utilicé las salidas de emergencia. Yo empujé. Yo pisé. Yo no pude romper el cristal con el martilIo. Yo estorbé. Yo no levanté mis manos sobre mi cabeza. Yo jugué con el gatillo de una pistola cargada. Yo no salvé mujeres y niños primero. Yo mantuve mis manos en los bolsillos. Yo no dejé que pusieran una venda sobre mis ojos. Yo no busqué cómo ni dónde cubrirme. Yo fui  demasiado lento. Yo fui demasiado rápido. Yo me moví.

Yo consideré el movimiento de mi sombra como prueba de  mi  movimiento sobre la Tierra. Yo no consideré mi miedo a la oscuridad como prueba de mi existencia. Yo no consideré las exigencias de la  razón acerca de la inmortalidad como prueba de la vida después de la muerte. Yo no consideré mi náusea acerca del futuro como prueba de que nada  existe después de la muerte. Yo no consideré el dolor como prueba del paso del tiempo. Yo no consideré mi codicia por la vida como prueba de que el tiempo es estático.

Yo no soy lo que era antes. Yo no soy lo que debí haber sido. Yo no me convertí en lo que me debí de haber convertido. Yo no conservé lo que debí de haber conservado.

Yo fui al teatro. Yo escuché esta pieza.  Yo hablé esta pieza. Yo escribí esta pieza."








jueves, 6 de septiembre de 2012

Quienes somos

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La hora azul
Un Cabaret

con
(por orden alfabético)
Valeria Antón
Marcela Arza
Ernesto Tuqui Donegana
Flora Ferrari
Merlina Molina Castaño
Marienn Perseo
Pablo Vanella



Asistencia de dirección
Gisel Robles
Asistencia de producción
Betina Bracciale
Asistencia de arte, espacio escénico y vestuario
Iván Videla

Diseño de arte, espacio escénico y vestuario
Zoe Di Rienzo
Coreografía
Merlina Molina Castaño & Valeria Antón
Música original
Leonel Caligiuri
Iluminación
David Seiras
Producción ejecutiva
Paula Baró

Dramaturgia
Alejandro Tantanian
Dirección
Ernesto Donegana

El comienzo





La hora azul
Un Cabaret
Un espectáculo de Ernesto Donegana sobre textos de Alejandro Tantanian

  Soy una vamp, soy una vamp
Mitad mujer, mitad bestia
Muerdo a mis hombres, los dejo secos
Y los cocino con hongos secos
(…)
Todo lo que es salvaje, extraño, enloquecido
Forma parte de mi colección
Tengo el piano de Klemperer
Y la gorra de Bertolt Brecht
(…)
Es cierto que algunos de mis tesoros
Los encontré en la basura:
La constitución de Weimar
Y el primer bigote de Hitler.

Mischa Spoliansky, Ich bin ein Vamp


“Lo monstruoso aparece de forma espontánea allí donde lo orgánico se ve privado de límites. Al igual que David Lynch o Cindy Sherman, García recurre a "lo abyecto" con la intención de adentrarse en lo que él denominaba el "universo del mal". "Para ambos artistas el descontrol, el caos, el desorden, la sexualidad e, incluso el mismo cuerpo, infunden miedo e inculcan el temor en los espectadores. Al edificar un caótico mundo visual, habitado por criaturas deformes y monstruosas (...) están propiciando un descenso a los infiernos, un oscuro viaje al corazón de lo siniestro." (…) Sin embargo, el "universo del mal" o "el corazón de lo siniestro" no constituyen más que una dimensión de la experiencia censurada o reprimida por la realidad. "El infierno según Lynch está anclado en lo real, se nutre de lo real, apela a lo real." (…) Y lo que aparece como exceso no es más que el efecto que produce la concentración de lo que habitualmente no es visible, pero siempre está presente dentro o fuera de nosotros. Lo real, como observara Hal Foster en 1996, se acerca inevitablemente a lo obsceno "a una representación sin escenario, sin ilusionismo, sin velos protectores, y a una subjetividad recuperada y atravesada por residuos simbólicos y presimbólicos, que conduce al arte de lo abyecto, un arte en el que el cuerpo es violado y quebrantado y en el que, según las teorías de Julia Kristeva, se impone aquello que "perturba la identidad, el orden, el sistema", así como lo que no respeta las fronteras, las posiciones y los roles sociales y de género convencionales"
José A. Sánchez
Universidad de Castilla - La Mancha
Extracto de un ensayo sobre la obra de Rodrigo García

“Cada criatura en desgracia tiene derecho a ser protegida.”
San Francisco de Asís