"Sé que muchos creen que me oculto en las
sombras y que descifro los arcanos de este lugar, tan amado por mí. Tan
odiado por mí. Como él."
El ayudante, criado, sirviente del Maestro de ceremonias de este cabaret.
LA HORA AZUL.Un Cabaret
sábado, 23 de marzo de 2013
viernes, 15 de marzo de 2013
martes, 5 de marzo de 2013
Estreno 24 de mayo 2013
Nuestro cabaret argentino
"Quiero que mis iniciales palabras como presentador de este cabaret sean una elevación al cielo,
a nuestras mejores fuerzas, a nuestra más vital esperanza."
con la mirada en nuestro estreno
24 de mayo. 23 hs
La Casona Iluminada
Corrientes 1979
Ciudad Autónoma de Buenos Aires
Argentina
sábado, 17 de noviembre de 2012
Ensayo Noviembre
Ensayando, leyendo, bailando,
cantando, improvisando,
transitando nuestro cabaret
El buen Pastor, por salvar a sus ovejas, soportó la pasión de la cruz. Y sus ovejas lo siguieron en la tribulación y la persecución, en el sonrojo y el hambre, en la debilidad y la tentación, y en todo lo demás; por eso recibieron del Señor la vida sempiterna. (S.Francisco, Adm.6).
sábado, 20 de octubre de 2012
SOBRE LA HORA AZUL
Ocean
Dancing. Cabaret de la avenida Leandro N Alem. Foto 1939
Decir que la Argentina tiene una obsesión con los muertos es hoy un lugar común. Sí. Pero precisamente es esa caracterización (la del lugar común) la que sigue emanando sentidos a la difícil tarea de definir una identidad. Los ejemplos son numerosos. Y recorren el amplio abanico de las relaciones con la muerte: desde la profanación (el cuerpo embalsamado de Eva Perón, trofeo y campo de batalla), pasando por la mutilación (las manos de Perón - sordos mensajes de la mafia política) hasta la presencia fantasmal de los muertos entre los vivos (Él, omnipresente, en el discurso diario de Cristina). El canibalismo, entonces - motor de este cabaret, espacio de subversión del orden establecido, tabú que se presenta de manera feliz, a modo de entretenimiento - tiene más de un punto de conexión con esta filia argentina: la manera en que los muertos conviven con los vivos se parece bastante a la ingesta de carne humana. Sí - claro: ideas para algunos un poco traídas de los pelos - pero no por eso menos atractivas a la hora de pensar un espectáculo que nos hable, a la hora de pensar la manera de hacer y construir teatralidad.
Alejandro Tantanian
Decir que la Argentina tiene una obsesión con los muertos es hoy un lugar común. Sí. Pero precisamente es esa caracterización (la del lugar común) la que sigue emanando sentidos a la difícil tarea de definir una identidad. Los ejemplos son numerosos. Y recorren el amplio abanico de las relaciones con la muerte: desde la profanación (el cuerpo embalsamado de Eva Perón, trofeo y campo de batalla), pasando por la mutilación (las manos de Perón - sordos mensajes de la mafia política) hasta la presencia fantasmal de los muertos entre los vivos (Él, omnipresente, en el discurso diario de Cristina). El canibalismo, entonces - motor de este cabaret, espacio de subversión del orden establecido, tabú que se presenta de manera feliz, a modo de entretenimiento - tiene más de un punto de conexión con esta filia argentina: la manera en que los muertos conviven con los vivos se parece bastante a la ingesta de carne humana. Sí - claro: ideas para algunos un poco traídas de los pelos - pero no por eso menos atractivas a la hora de pensar un espectáculo que nos hable, a la hora de pensar la manera de hacer y construir teatralidad.
Alejandro Tantanian
viernes, 14 de septiembre de 2012
Brassai, fotógrafo de la noche
Brassai
Gyula Halàz nació en 1899 en Brasso, Hungría (Tansilvania)
"Brassaï no tenia nada de retraído. Fotógrafo polifacético, también ejerció de periodista, escultor, escritor y dibujante. Si Atget aprovechaba las primeras horas del día, Brassaï fue el fotógrafo de la noche, maestro de la extravagancia y amante del crepúsculo, allí donde se deforman o nacen las pasiones. Henry Miller, amigo de correrías noctívagas, escribió: “Brassaï es un ojo vivo. Su mirada posee una veracidad que lo abarca todo y que convierte al halcón y al tiburón en centinelas que se estremecen ante la realidad”. Sin duda, Brassaï conjugó una vida llena de pasión y desenfreno con una capacidad innata de mirar y devorar, de verlo todo. Mientras a Atget toda conversa le parecía larga, Brassaï perteneció a la bohemia, a los ciclones del ego y las palabras olvidadizas. Húngaro de nacimiento, Brassaï compartía rituales nocturnos con los grandes artistas y escritores del momento: Matisse, Dali, Fargue, Prévert, Michaux, Breton, Mann, Éluard, etc. Y gracias al coro se convirtió en uno de los mejores cronistas, con pluma en mano, de su tiempo. Ahí quedan sus Conversaciones con Picasso, Henry Miller, los años en París o Le Paris secret des années 30."
http://tomasramon.blogspot.com
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